"Yo era afectuoso y bueno; la desgracia me ha convertido en un demonio. Hazme nuevamente feliz y volveré a ser virtuoso."
"Aprecio la vida, aunque sólo sea una sucesión de angustias, y la defenderé."
"En todo signo de alegría adivinaba una burla, un insulto hacia mis sentimientos, una nueva demostración de que no estaba destinado a la felicidad ni a los gozos de la vida."
"¿No he de odiar, pues, a quienes me aborrecen? No tendré contemplaciones con mis enemigos, soy desgraciado y ellos han de compartir mi desgracia."
He elegido aquellas citas (y la imagen) de la novela "Frankenstein" por una razón muy especial, y esa es que me siento muy identificado con el monstruo que Víctor creó ingenuamente como parte de sus delirios de grandeza, trayendo desgracia no sólo sobre sí mismo, sino sobre la criatura de su creación al traerla a un mundo donde sólo pudo vivir con odio y maldad. Y es que para mí los parecidos son abundantes, aunque no se trate de una cosa física, pues no presento deformidad alguna que me pueda hacer merecedor del asco o desprecio de la gran mayoría, y sin embargo hay algo en mí que parece repeler a la gente, y aún no soy capaz de entender con claridad.
Verán: Me he puesto rencoroso y he empezado a albergar odio en mi corazón (Cosa que nunca he querido hacer) por ciertas personas, cuya indiferencia me abruma y me marchita. Hay quienes dicen que soy buena persona, que me preocupo por los demás y cosas por el estilo porque los he ayudado cuando están en dificultades. Pero muchas de esas mismas personas (y otras más) nunca están cuando yo les necesito. El simple hecho de verles ya es un problema, que sin embargo no tienen con los demás. Una cosa son las palabras (y de acuerdo a ellas, todo está bien y el mundo está lleno de buenas intenciones) y la otra son las acciones, en las que claramente yo no estoy beneficiado, salvo por las palabras... que a veces no me han de servir de suficiente consuelo.
He conocido a mucha gente buena e interesante; y aunque sé que no todos tienen tiempo para hablarme, les trato bien, me preocupo por ellos y velo porque alcancen la felicidad, se den cuenta de ello o no. Pero cuando uno hace amigos espera de ellos un mínimo de interés, que he visto en poquísimas personas. En esta ciudad son muy pocos quienes de verdad se pueden contar como amigos míos (con una mano los cuento y me sobran dedos), y encuentro fuera de esta ciudad muchas mas personas en las que encuentro esas alegrías que he estado buscando. Pero ellos no pueden estar aquí; no están aquí, y a veces esa ausencia también me afecta. Sin embargo me afecta mucho más la de aquellas personas que estando aquí actúan como si fuera un conocido; y todavía me consideran un amigo. Qué broma. Si yo no me apareciera en un mes, me pregunto si habrían de notar mi ausencia. Si dejara de hablarles por el único medio por el que puedo comunicarme con ellos (internet, porque verlos en persona ni hablar), no se darían ni cuenta. Es por ellos que empiezo a revalorar la soledad: Estar con ellos es prácticamente lo mismo que estar sin ellos.
El amor también ha sido un problema; pero aquello es un drama del que preferiría no escribir demasiado. Pero sin embargo he de decir que los sentimientos son algo irresistible e irracional que a veces, como una enfermedad, han de infectar buenas relaciones sociales, cambiándolas así para siempre. Lo que empezó como una amistad inocente ha de terminar tarde o temprano en un idilio imposible, en el que sólo uno termina desesperado, y la mujer de los afectos no sólo no se entera, sino que actúa con normalidad, aumentando el desvelo. Cuando lo cuentas, la perspectiva de esa persona cambia para siempre. Jamás te vuelve a mirar igual, diga lo que diga. ¡Váya consuelo! Y si no dices nada te mueres por dentro sabiendo que esa persona jamás comprenderá tu sufrimiento.
Esto se trata de las emociones. Como conversaba hace unos días con alguien (cuyo nombre no revelaré), uno distribuye sus sentimientos muchas veces sin llegar a darse cuenta de qué maneras. Así se produce el apego a las personas, cosa que no es para nada sana porque las personas sólo velan por ellas mismas, sin importar las palabras que puedan decir en su defensa. Como ya he escrito anteriormente (Sobre la Gente y sus Intereses), esto puede terminar en pretensiones quiméricas en el enredadísimo multiverso humano, que sólo la gente misma complica, pues hasta la más "compleja" de las acciones ("no quiero hablar con esa persona"), tiene en el fondo una base muy simple ("no me agrada", "no me simpatiza")
Ya no más, me he dicho. Ya no más. Si ellos creían que podían darse el lujo de hacer lo que quisieran, ahora yo lo haré. Y si se alejan de mí, si me desprecian; bueno, me habré dado cuenta de que tomé el camino correcto, pues si aquello me pasara a mí... yo haría lo que fuera por ser verdaderamente merecedor de su amistad y de su aprecio.
Pero como eso no va a pasar... este será el inicio de algo nuevo para mí; que desearía ver anulado o que no tuviera que llevarlo a cabo. Pese a eso, no tengo la esperanza de verlo desaparecer.
Espero estar equivocado
Saludos
ACLARACIÓN: La gente que he conocido mientras he empezado a escribir en mis blogs de literatura y reflexiones es completamente impecable para mí, y desde ya quiero mantenerlos fuera de todo este desahogo.
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